lunes, 22 de diciembre de 2008

Canción para los que se van

Los hemos visto a menudo. Con ese rostro agotado o agitado, pero en ambos casos cargado de esperanza y espera. En largas filas de embajadas, o en apretadas antesalas de Migración. Hablan poco, pero dicen mucho y sueñan otro tanto. Sus manos, aletean nerviosamente las numerosas hojas de requisitos y documentos solicitados para su salida: la salida para buscar otra salida.

Existieron desde hace mucho. Se incrementan cada vez que el país sangra por su costado. Cada vez que el país comienza o recomienza, a desmenuzarse como cuando el viento sopla sobre un dibujo en la arena. Algunos, tienen más posibilidades. Otros, pocas o ninguna. Pero todos miran hacia la misma puerta de salida. Todos, tienen algo destrozado adentro.

Y al hojear mi cuaderno de canciones viajeras o sedentarias, encontré casi casualmente, algo para ellos: palabras para su camino, un canto para su partida. Con la paradójica esperanza, y la de otros más, de que no nos llegue esos momentos de dura decisión final, a menudo desesperada, de integrarnos a esa fila ante la puerta y tras la carencia de oportunidades para mínimamente sobrevivir en nuestro suelo.

Para ellos entonces, va esta dedicatoria.

No es tan bello partir
contra cierta voluntad
que te obliga a llorar
casi en silencio.
Y dejar tu mitad de lo que fueras,
para ir a buscar otras respuestas.

No es tan bello partir
si casi no lo quieres,
si tu vieja ciudad te agarra fuerte,
y si la otra mitad de tu conciencia,
te aconseja dejar a tu inocencia.

Ver alejarse de ti a esos barrios
de oxidadas calaminas y amigos resignados,
y también despedir a tántas promesas
que te dejaron en medio de la carretera.
Y partir, partir con dolor, con mucha urgencia,
es cambiar a un mundo sordo por otra quimera.

No es tan bello partir, con maletas de dolor,
que te pesan al llegar al aeropuerto;
y dejar en la aduana tus ojeras
y prepararte un trago de paciencia.

No es tan bello partir si dejas algo atrás:
cien rostros, mil sonrisas, muchas penas;
y ese otro “algo más” que se convierte
en decepciones de siempre y como siempre.
Ver acercarse a ti los recuerdos,
que te atropellan y te gritan: “no hemos muerto”,
y también despedir a esa tu alma,
que se rompió en pedazos una mañana,
y partir, partir con dolor, con mucha urgencia,
es cambiar a un mundo sordo, por otra quimera.

1 comentario:

  1. Brillante.
    Al leerlo, me llegó a la mente la analogía de dejar este suelo tan querido, a la de dejar este mundo. Irse con tal tristeza, es como morir con muchas cosas pendientes por hacer.
    Me encantó.

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